Y sin darme cuenta los motores se pusieron en marcha, el interior del avión se empezaba a impregnar de ese característico olor y en menos de 10 minutos estábamos sobrevolando Barcelona – después de un año en el que me he pasado más tiempo en posición horizontal que vertical y he desgastado el sofá – una nueva aventura acaba de empezar.
Mi plan ? Que todo fluya… Sin más. Sin expectativas, simple.
Después de deambular un poco por la ciudad, encontrar wifi para buscar donde alojarme y perderme… 3 veces, llego al hostel! Seattle va a ser la compañía de esta primera parada.
Viajar despacio es más barato.
Todos los turistas hacen cola para ir al Castelo de S. Jorge, 8’50€ cuesta entrar…. no.
Paseo por las calles y encuentro una puerta que timidamente invita a entrar. Empiezo a subir escaleras y allí esta, una terraza en la que mi única compañía es el gato de la dueña. Lisboa a mis pies por 0’00€.
Sigo paseando, perdiéndome por esas calles con tanto colorido y miradores!!
– no falta el arte ni la música callejera
– elevador de Santa Justa
– atardecer en la plaza comercio
Y es que Lisboa sí se merece una segunda oportunidad.
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