Nunca me había llamado la atención Belgica, pero que gran descubrimiento!!
Después de Brujas nos dirijimos a Gante, menos turística y concurrida pero con muchísimo por descubrir.
Seguimos con los canales y los edificios reflectados, con la mezcla de idiomas y la música en la calle.
La ciudad nos atrapa y las ganas de quedarnos nos invaden. En esto Rafa y yo somos iguales, viviríamos en cualquier lado que nos sintiéramos a gusto sin importarnos demasiado lo demás, sabiendo que ya nos adaptaremos, y si no, partiremos de nuevo hacia cualquier lugar.
Aparcamos en un parquing para camiones, con un grifo con agua potable y gratuito. El segundo día encontramos unas chatarras que, tras Rafa arreglarlas, se pueden considerar bicis. Así que tardamos menos de 10min en llegar al centro.
Así nos perdemos por sus calles, que en esto ya somos unos expertos. Descubrimos lo olvidado y redescubrimos lo turístico.
Y es que Belgica es de cuento.
Pasemamos por Citadelpark, repleto de vegetación, lagos, animales varios y estructuras de gran interés.
Y a callejear por Gante, que es lo que más disfruto.
Y como siempre, no pasees mirando el suelo, alza tu cabeza y ve más allá. En ese lugar pasa la magia y se descubren detalles.
Tenemos muchas ganas de quedarnos en esta ciudad, de pensar que podríamos disfrutar su día a día y seguir indagando.
Pero no es el momento, ya que las ganas de seguir disfrutando de La Pochola son mayores. Aún no ha llegado la hora de parar.
Así que vamos a Bruselas, fichamos en el Atomium, que no nos lo queríamos perder y seguimos nuestro viaje.
Os sigo contando desde nuestra siguiente parada; Holanda 🙂
P.
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